29.10.09
mañana
El día se va oscureciendo hacia el lado derecho del yin yang japonés. El rancho está en silencio, la señora se prepara para dormir. Me concentro en mis escritos para descubrirme, mientras fuera acechan mitos y leyendas urbanas. Me descubro parte de la noche y parte de la luna, parte de ti y parte de mi infancia. Mientras, en el desierto de mis labios, el espejismo del oasis de tu boca aparece y parece que moriré de ganas de besarte. Los rayones que tachan las palabras en mi escrito, perjudicados en su forma por mi frustración de no saber escribir, me recuerdan las ramas secas de los parques olvidados de Santa Catarina y la melancolía que los años dejan a las tierras. Mi mente en el ángel de oro me dice que mi lugar ya no es éste, que debo partir. Casi siempre que llega la noche se piensa en el futuro, en el mañana.
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